jueves, 18 de agosto de 2005

El tatuaje

El tatuaje, conocido comúnmente como la decoración o grabado de la piel tanto en mujeres como en hombres mediante la utilización de agujas y pigmentos, contrariamente a lo que se puede pensar, tiene un origen cultural milenario.

La expresión tatuaje, irezumi en japonés o en inglés tattoo, proviene del polinesio tátau, que significa marcar o golpear en dos ocasiones. Algo acorde con la acción de tatuar la piel, aunque precisamente no se ejecute en dos, sino un sinnúmero de veces.

Religioso, terapéutico, intimidatorio, de protección mágica o de fertilidad, son algunas de las significaciones que se les ha asignado al tatuaje en ciertas tribus como los beduinos, beréberes y nubios, los que aún utilizan a manera de ritual estas prácticas tanto en recién nacidos como en adultos.

Esto nos va a demostrar que el tatuaje en el seno de una cultura o tribu que corresponda, va a otorgar un valor agregado a quien lo exhibe, así como status y un significado muy particular dependiendo de la sociedad a la cual represente.

Marineros estigmatizados como agresivos y presidiarios, fueron los pioneros en el siglo veinte en utilizar diversos diseños y motivos de tatuajes tanto en Europa como en América.

Esto significó que el tatuaje estuviera por largo tiempo asociado a la marginalidad y la desviación social. Sin embargo, hoy por hoy lo cierto es que el tatuaje continúa indiscutiblemente ligado a la percepción social del cuerpo, ya que este representa algo que quiere darse a conocer y ser reconocido según sea el la localización o tipo de tatuaje.

Ciertamente, el tatuaje ha trascendido con el pasar del tiempo, el plano religioso, las clases sociales y el género, transformándose desde lo reservado exclusivamente para unos pocos, hasta una expresión más masiva asociada a la juventud.

Particularmente en nuestro país, el tatuaje es algo que se realiza mayoritariamente en un rango de edad que fluctúa entre los dieciocho (aunque menores de edad también se realizan sin el consentimiento de sus padres) y los veintitrés años de edad.

El "ritual moderno" de ser tatuado tolerando en buena forma el dolor, parece activar ciertos mecanismos de pertenencia en jóvenes -aunque no exclusivamente- de ciertas tribus urbanas, destinado a mitigar aquella incesante búsqueda de identidad y reconocimiento social.

Sin embargo, para los más divergentes, esta expresión a través del grabado consensuado del cuerpo, es visto como una autoflagelación carente de sentido, especialmente en el caso de los jóvenes, ya que pasada una edad, al tomar conciencia de este acto, sufren un profundo arrepentimiento.

En conclusión, es importante conocer, comprender y reconocer que el tatuaje se ha transformado en una expresión corporal en los jóvenes de hoy en día, los cuales utilizan sus propios cuerpos como verdaderos lienzos expuestos para los demás.

Al igual que los graffiti callejero, el tatuaje debe ser investigado de manera seria, debido a que representa una verdadera cartografía para la comprensión de la "armonía conflictiva" de la juventud actual.

lunes, 1 de agosto de 2005

Okupas

Publicado en el diario la Estrella de Iquique, Chile.

Hace algunos días los noticiarios internacionales informaban de más de un centenar de heridos y doscientos detenidos en la ciudad de Copenhague como resultado de una manifestación realizada por más de ochocientos jóvenes no sólo de Dinamarca, sino que también venidos desde Alemania y Suecia para manifestarse en contra del desalojo de un edificio en el cual permanecían desde hace algún tiempo un grupo considerable de okupas.

En Europa y especialmente en España, el fenómeno de los okupas viene a darse a conocer a partir de los años ochenta, en donde grupos de jóvenes rebelándose en contra de lo establecido dentro de un sistema injusto, coercitivo y poco tolerante, se posicionaban de sitios o espacios físicos no habitados, para resolver sus problemas habitacionales y laborales.

En nuestro país el fenómeno de los okupas viene a irrumpir en la agenda pública partir de los años noventa, mediante la ocupación de ciertos espacios públicos en abandono, los cuales hasta ese momento eran verdaderos antros de delincuencia y drogadicción, sumados a problemas de salubridad. La transformación de dichas propiedades a diferencia de lo que ocurre en Europa son canalizadas en base la gestión social y cultural independiente, en base a propuestas de expresión cultural juvenil para la construcción de un espacio ciudadano que integre a la comunidad en general.

Sin embargo en la actualidad, estas comunidades autónomas como la gran mayoría de las tribus urbanas en nuestro país, son señaladas con el dedo de manera inquisidora sin conocer ni menos reconocer el accionar de sus integrantes. "La marraqueta" y "San Ignacio" en la capital, son algunas de las comunidades okupas que han sido erradicadas en el último tiempo del espacio físico que ocupaban, mediante acusaciones tan imprecisas, como que esta última fuese una "fábrica de bombas", algo que solo causó conmoción pública sin encontrar responsables al respecto después de una larga investigación.

Ya sea por su manera de vestir, pensar o expresarse en libertad, estos grupos son constantemente estigmatizados o rotulados como nocivos para la sociedad, sin considerar que ellos construyen vínculos sociales de manera diferente pero más integrales que incluso al interior de las propias familias de los que los critican.

Lo cierto es, que las casas okupa dan cabida gratuitamente al aprendizaje y difusión de diversas disciplinas artísticas. Son lugares en los que se pueden encontrar talleres, cursos, reuniones, eventos, debates y algunas publicaciones periódicas, todo esto sirviendo como fuente popular y autónoma de hacer cultura alternativa, especialmente dirigida a personas que no tienen posibilidad alguna de acceder a la cultura oficialista.

De esta forma, la lucha constante de los okupa por acceder a un espacio físico en donde poder manifestarse comunitariamente, nos señala la importancia de poner el acento en el olvidado carácter comunitario de la vida social de la cual todos somos partícipes.